Los padres que han perdido un niño llevarán con ellos ese dolor durante el resto de sus vidas. Esto se llama la “sombra del dolor”. Es como una sombra que les sigue a todas partes. Pero, con el tiempo, la herida cicatriza un poco y vuelven el deseo y la capacidad para seguir adelante con la vida. Dado que el proceso de duelo es algo muy personal y una experiencia individual, no tiene una duración definida. La herida tardará en cicatrizar el tiempo que sea necesario.
Mientras tanto, hay cosas que usted puede hacer para ayudarse a superarlo. Las creencias o filosofías espirituales o religiosas pueden ayudarles a hacer frente al dolor. Sus creencias sobre la vida después de la muerte también pueden ser una fuente de consuelo.
Por otro lado, esas mismas creencias pueden hacer que se sientan más confundidos o enojados. Sentirse enojado, especialmente con Dios, no es inusual aunque puede producir desasosiego. Aceptar su enojo y permitirse tener esos sentimientos es la mejor manera de hacerles frente. Está bien hacerle saber a Dios lo enojados y disgustados que se sienten; esto es necesario para poder sentirse en paz con su espiritualidad.
A continuación incluimos algunas sugerencias que les han resultado útiles a otros padres para hacer frente a su pérdida y dolor.*
Cuide su físico
Intente mantener una dieta equilibrada y evitar la comida basura. Intente beber ocho vasos de líquidos saludables, como jugo o agua, todos los días. Intente evitar la cafeína y alcohol, ya que pueden producir deshidratación y dolores de cabeza. El alcohol también retarda el funcionamiento del cuerpo y la expresión natural de las emociones. Si es posible, evite el tabaco ya que consume las vitaminas de su cuerpo, aumenta el ácido estomacal y puede producir palpitaciones.
Haga algo activo todos los días, como andar en bicicleta, correr o realizar ejercicios de estiramiento. Caminar por su vecindario puede ser un primer paso útil para ayudarle a retomar una vida plena.
No aumente su carga de trabajo. Vaya a la cama a la hora habitual aunque no pueda dormir.
Cuide la parte emocional y espiritual
Hable sobre el bebé y sobre lo que siente con su pareja, familiares y amigos para descargar las emociones contenidas.
Cuando sienta que está lista, reanude sus viejas amistades y busque otras nuevas en forma separada y en pareja.
Lea libros, artículos y poemas que puedan ayudarla a entender mejor las cosas y que le ofrezcan consuelo y la ayuden a sentirse menos sola.
Escribir puede ser una buena manera de canalizar sus emociones. Puede registrar sus pensamientos y memorias en un diario o escribir cartas o poemas a su bebé.
No guarde las cosas de su bebé hasta que esté lista para ello. No hay reglas fijas sobre cómo vivir el duelo.
Pida apoyo o ayuda a su iglesia para renovar su fe, para encontrar maneras en que su fe puede reconciliarse con la muerte de su bebé y para conmemorar a su bebé.
Procure no tomar decisiones importantes ni realizar cambios importantes durante el período de duelo. Es aconsejable esperar de 18 a 24 meses antes de realizar un cambio importante.
Evite dejar que los demás tomen las decisiones por usted. Usted y su pareja son los únicos que saben lo que realmente quieren y necesitan.
Admitirlo cuando necesitan ayuda puede ser un gran alivio. No tenga miedo de pedirla. Haga saber a familiares y amigos qué cosas específicas pueden hacer por usted, como ayudarle a cuidar a sus otros hijos o simplemente hacerle compañía. Déjelos compartir su dolor. Asistir a un grupo de apoyo de otras parejas que han perdido un bebé también puede ayudarles y brindarles la oportunidad de compartir sus sentimientos con otras personas que entienden por lo que está atravesando.
Si le parece que puede resultarle útil, consulte al especialista en pérdidas de seres queridos o al capellán del hospital, o haga terapia con un terapeuta especializado en la pérdida y el luto.